Mi nombre es Diana y deseo compartir con ustedes dos grandes milagros que ocurrieron en mi vida el primero de ellos, me dejó conocer a un Dios poderoso y el otro, me mostró el gran amor y misericordia que caracterizan al Dios en el cual creo.
El primer milagro tiene nombre, es DANIA que significa “Dios es Justo” ella es mi hija, quien llegó a nuestras vidas después de 11 años de matrimonio, de los cuales 7 de ellos busqué quedar embarazada, esto nos implico a mi esposo y a mí, grandes esfuerzos económicos en varios tratamientos médicos; después que casi de haber perdido la fe, Dios en su justa voluntad y poder nos dio la oportunidad de ser padres, de lo cual nos enteramos en diciembre de 2008.
Después de un hermoso embarazo y, como toda madre cristiana, (con 15 años de serlo y aunque tuve altibajos durante ese tiempo, claro, “como todos”); creí que mi embarazo tendría feliz término, pues sentía que la protección de Dios estaría sobre mí.
Sin embargo, desde el 5 mes mis piernas empezaron a inflamarse presentando así, un edema tan grande, que a los 8 meses me llegaba hasta las rodillas, el dolor era tan intenso que decidí prestarle algo más de importancia e ir a la ginecoobstétra y expresarle mi preocupación. Para esto, me mandó a que me hicieran unos exámenes, donde encontraron que estaba eliminando la proteína por la orina y al tomarme la tensión, esta se encontraba alta; así que me hospitalizó de inmediato, con el objetivo de tratar la alta tensión; pero yo hasta el momento no sabía lo que Dios tenía preparado para mi, mucho menos comprendía que me sucedía, pues pese al dolor de mis piernas yo me sentía bien.
Pero a las tres de las mañana del 23 de julio del año 2009, Dios empezó su proceso conmigo, pues empecé con una cefalea severa y vomito explosivo, para las 8:30 a.m. ya me habían desembarazado y apenas me habían mostrado a mi hija, no más de 30 segundos y me habían permitido darle un beso en su frente; posteriormente pasé a recuperación, pero el vomito apareció nuevamente y anexo a esto una convulsión, debido a un edema pulmonar, (según explicación médica), por esta razón me pasaron a cuidados intermedios; como consecuencia de esto, mi situación se fue complicando, pues mi útero no se contraía y no estaba orinando, así que hacia el medio día, me trasladaron a cuidados intensivos; antes de pasar allí yo sentía que era mi fin así que le dije a mi esposo y a mi mamá, que los amaba, era mi manera de despedirme sin preocuparlos, sin embargo, mi esposo y mi mamá estaban al tanto de que la situación era complicada y la ginecoobstétra les había dicho: “ Si ustedes saben orar, háganlo pues la situación de Diana es muy delicada y se nos puede ir en cualquier momento”.
Recuerdo que tenía oxigeno, un catéter, una sonda, la presión me la tomaban cada 15 minutos, tenía electrodos puestos y además estaba canalizada con líquidos. En una de las visitas que mi esposo y mi mamá me hicieron mi esposo me dio una palabra (Salmos 71:20-21), donde decía lo que me abría de ocurrir, pero igualmente, como su misericordia me sacaría de allí, a pesar de todo yo, aun estaba lejos de comprender lo que sucedería.
Al anochecer, ya mi cuerpo estaba casi totalmente lleno de líquido, sentía mi piel como si se fuera a explotar y que ya no le cavia ni una gota más de líquido; nuevamente a las 3:30 a.m. del viernes 24 de Julio empecé a sentir contracciones, pues me habían aplicado potosina para contraer el útero, pero este, por el contrario continuó expandido y debido a esto se empezaron a romper los vasos sanguíneos, creando así grandes coágulos de sangre que salían, era algo realmente espantoso, ver, cuanta cantidad de sangre y coágulos salían de mi cuerpo, hasta el punto que me estaba desangrando, así que los médicos de turno decían que la decisión era operar, sacar el útero.
A eso de las 5:00 a.m. un doctor, me hizo una última limpieza a mi útero, fue algo dolorosísimo pues fue tanta la sangre que perdí en ese momento que yo veía salir grandes chorros de sangre como a presión, me colocaron en total 15 unidades de sangre y luego me colocaron unas pastillas para detener la hemorragia; yo ya no tenía fuerza alguna, sentía que mi vida se iba poco a poco, a las 6:00 a.m. la enfermera decidió bañarme y en ese momento se me desató una embolia pulmonar, empecé a convulsionar, mi cuerpo se descontroló totalmente y empezó a llenarse más de liquido, hasta el punto de subir a mi cabeza, estaba presentando una embolia cerebral, cuando abrí mis ojos, en medio de la convulsión, mi espíritu se había salido de mi cuerpo y yo me encontraba mirando, sentada en reposo, en una silla y al frente mi cuerpo en la camilla convulsionando, tuve un miedo atroz, quería gritar, pero era imposible pues estando en mi espíritu yo solo me decía a mí misma, ¡No puede ser, he muerto! ¿Y Qué voy a hacer mi esposo,… mi niña? ¡Todo se acabo para mí!; del mismo terror que tenía cerré mis ojos con fuerza, esperando que tan solo fuera un mal sueño, cuando los abrí me encontraba nuevamente en mi cuerpo, observé todo y dije: … ¡No he muerto!, al instante, empecé a ver como de la pared de la habitación, se salía una cruz que se hallaba allí colgada (no había ninguna imagen sobre ese madero); esta visión de prolongó por un tiempo, tanto que traté de sobar mis ojos, pensando que tal vez mi vista estaba afectada o tenia mareo, pero una voz fuerte pero al mismo tiempo llena de paz y amor, me dijo: ¿Qué haz hecho con tu vida? . Mi corazón se estremeció, no podía creer lo que estaba escuchando, el dolor que sufría mi cuerpo ya no era tan importante frente a lo que estaba viviendo, solo lloraba y lloraba sin poder contenerme y ni siquiera podía responder ha esa pregunta.
Después continuó diciéndome: ..¿”Recuerdas que una vez dijiste que ante cualquier pecado que cometieras estabas lista para asumir las consecuencias?” ¿En realidad estas lista?; no sabía ni siquiera que responderle, mi espíritu se contristaba más y más; me sentía la persona más pecadora de este planeta; después de un instante me dijo: ¿Recuerdas a tu hija?, (para este momento había entendido que era la voz de Dios hablándome), Él me trajo a mi memoria el momento en que me la mostraron, y vi su hermosa carita inocente, tierna y pura, Dios me dijo:
“Así mismo fue con mi Hijo, yo lo cree, lo vi por un instante y lo entregué por cada uno de ustedes, ¿Y te acuerdas de toda la sangre que derramaste?… (Me trajo a memoria el momento tan impresionante, cuando vi salir toda esa sangre de mi cuerpo); “pues dijo Él, es muy poca para toda la sangre que mi Hijo derramó por amor a ustedes, pero lo único que ustedes han hecho es menospreciar el sacrificio de mi hijo en la cruz y el gran amor con que se entregó; ¿Te acuerdas cuando tuviste sed y ninguna enfermera te daba ni un vaso de agua, deseabas que al menos humedecieran tus labios, pero ellas decían que no podían?; mi Hijo sufrió aun una sed mucho más grande que la tuya y lo único con que humedecieron sus labios fue con vinagre, sé que todo eso lo conoces, pero se te ha olvidado el amor de mi hijo y el sacrificio ofrecido por el pecado.”
Al cabo de unos segundos Dios me llevo a la puerta de mi habitación, era como estar viendo parte de mi futuro, al estar allí parada, vi a mi esposo tenía a nuestra hija alzada, tendría aproximadamente 2 años, llevaba colgada una pañalera en su otro brazo, vi que buscaba en uno de mis cajones de la mesita de noche algo, pero al no encontrar nada salió de la habitación, prácticamente atravesándome, antes de que lo hiciera, yo le salude y le dije: ¡Hola amor!, pero era como si yo no existiera y después de que me “traspaso”, mi corazón se lleno de mucha angustia, dije: ¡Estoy muerta, ahora si es en serio!, pero de repente, estaba nuevamente en la habitación de la clínica, aquella cruz aun seguía prolongada, solo empecé a decirle a Dios con todas mis fuerzas, clamando ten misericordia de mi Señor, dame otra oportunidad, estoy arrepentida, perdóname por menospreciar a tu Hijo, su sacrificio, lloré desconsoladamente; y Dios me dijo: “Esto es lo que estoy haciendo, te estoy dando una segunda oportunidad, yo te perdono, pero tan solo quiero que vayas y le cuentes a cada persona que te pregunte que te pasó, lo que escuchaste de mi, diles y reitérales que se han olvidado y han menospreciado el amor de mi hijo, que estoy cansado de su indiferencia, dicen que me aman pero sus intereses están basados en alcanzar más y poseer más de este mundo.”
Después de esto, la cruz se hundió en la pared y la voz cesó, me quedé dormida de tanto llorar y desperté nuevamente a las 8:00 a.m. Estaban todos los médicos a mi alrededor, observándome, hablando de la operación que habían pensado practicarme, pero mi ginecoobstétra empezó a decirles, miren ya tiene color en su rostro, esta orinando bien , su útero al fin se contrajo y la hemorragia cesó, me preguntó cómo me sentía y yo le dije que mejor, pues aunque me sentía débil físicamente, mi espíritu y mi alma se sentían como nuevos, mi evolución fue extraordinariamente rápida, aun los médicos y enfermeras estaban sorprendidos; el sábado al medio día, ya me sentaron en la camilla, camine unos pasos, no sentí ni siquiera mareo alguno, así que para las 4:00 p.m. ya me encontraba en una habitación en el piso de maternidad, para ese momento, me encontraba pesando 80 Kl., tenia bolas de líquido por todo el cuerpo, veía muy borroso, como si abriera mis ojos debajo de agua para mirar; el domingo en la mañana cuando mi ginecoobstétra me visitó, me dijo: ¿Tu aun no entiendes lo que te paso verdad?, frente a esa pregunta me quede atónita, ella me dijo: Cuando puedas salir de aquí y puedas consultar el internet entenderás mucho más lo que te sucedió, ya que tu sufriste algo que se llama SINDROME DE HELP, todo comienza cuando el cuerpo expulsa la proteína, seguido de una embolia pulmonar, se desangra la persona y por ultimo una embolia cerebral, la cual hace que el cuerpo se llene de líquido hasta que cubre el celebro, causando así una convulsión y la persona solo tiene tres tipos de resultados: muere, queda parapléjico o vegetal; y lo más sorprendente de todo es que a ti no te ocurrió ninguna de las anteriores, sinceramente yo creo que tu eres un milagro, creímos por un momento haberte perdido, pues la cascada de coagulación se cayó totalmente, sin embargo aun no estás fuera de riesgo te vamos a estar monitoreando.
Después de escuchar todo aquello que la doctora me dijo quede perpleja solo quería llorar y llorar, pensaba y le decía a Dios, qué he hecho con mi vida?, 15 años de ser cristiana y no hecho nada, cuántas veces prediqué de lo que hiciste en la cruz, pero te he menospreciado; casi todo el tiempo que dure en la clínica (13 días) no cesaba de hablar con Dios y pedir misericordia, tuve una consulta con el oftalmólogo, porque a pesar de que pasaban los días, mi visión no se recuperaba, el oftalmólogo me dijo que a causa de lo que viví, tenía líquido en la retina de los ojos, allí, comprendí aun más, la misericordia de Dios, pues mi cuerpo se llenó tanto de liquido hasta que cubrió mis ojos, faltó poco para cubrir mi cerebro totalmente, ¡ Faltó solo un poco, para morir!
Pero Dios me dio una segunda oportunidad la cual no pienso desaprovechar, paso mis días compartiendo esto, que Dios me permitió oír y vivir a todo aquel que me pregunta cómo me fue en mi parto, algo que también me sorprendió fue saber que en el momento en el que me estaba muriendo mi esposo se despertó muy asustado pues soñó como una corriente de agua me llevaba y él no podía hacer nada, por tal motivo pidió a Dios que me ayudara y que no permitiera que yo muriera que él no quería estar solo o tener que criar solo a nuestra bebe, además mi mamá en la misma hora sintió que alguien entró a su cuarto y tocó su cara suavemente, se despertó y angustiada pidió a Dios por mi vida, ambos llamaron a la Clínica y les dijeron que vinieran urgente porque yo me encontraba en crisis y muy delicada.
Después de todo lo que les he narrado y cuando salí de la clínica, ya pesaba 60 Kls; mi recuperación total duro 40 días, tomé tiempo y averigüé en Internet y pude ver lo que era el síndrome de Help, y que del 100% de las mujeres embarazadas solo sufren este síndrome el 7%, de las cuales algunas mueren, otras quedan parapléjicas, otras vegetales y un leve porcentaje quedan con secuelas irrevocables sobre su hígado y páncreas, ¡realmente espeluznante!
Pero cada vez que recuerdo eso que leí, le agradezco a Dios, porque mi sanidad ha sido total, no quedé con ninguna secuela, tengo mucho que agradecerle, por tal motivo hoy he decidido compartirle a cada uno de ustedes a través de este medio masivo, es mi compromiso con Dios, y tan solo quiero que te preguntes algo, si estuvieras al borde de la muerte y Dios te permitiera vivir algo de lo que yo experimente y te preguntara:
¿Qué has hecho con tu vida? ¿Qué le responderías? Y aun si murieras ¿Estás preparado para estar frente a Él?.
Gracias por leer este e-mail, tan solo te pido, por favor ayúdame a difundirlo a las persona s que conozcas y recuerda que este mensaje no es solo para que leas, lo borres y digas ¡qué tremendo lo que le sucedió a Diana! , sino que entiendas que cuando Dios da un mensaje, es porque su amor y su misericordia, es para aprovecharla cada día.
El primer milagro tiene nombre, es DANIA que significa “Dios es Justo” ella es mi hija, quien llegó a nuestras vidas después de 11 años de matrimonio, de los cuales 7 de ellos busqué quedar embarazada, esto nos implico a mi esposo y a mí, grandes esfuerzos económicos en varios tratamientos médicos; después que casi de haber perdido la fe, Dios en su justa voluntad y poder nos dio la oportunidad de ser padres, de lo cual nos enteramos en diciembre de 2008.
Después de un hermoso embarazo y, como toda madre cristiana, (con 15 años de serlo y aunque tuve altibajos durante ese tiempo, claro, “como todos”); creí que mi embarazo tendría feliz término, pues sentía que la protección de Dios estaría sobre mí.
Sin embargo, desde el 5 mes mis piernas empezaron a inflamarse presentando así, un edema tan grande, que a los 8 meses me llegaba hasta las rodillas, el dolor era tan intenso que decidí prestarle algo más de importancia e ir a la ginecoobstétra y expresarle mi preocupación. Para esto, me mandó a que me hicieran unos exámenes, donde encontraron que estaba eliminando la proteína por la orina y al tomarme la tensión, esta se encontraba alta; así que me hospitalizó de inmediato, con el objetivo de tratar la alta tensión; pero yo hasta el momento no sabía lo que Dios tenía preparado para mi, mucho menos comprendía que me sucedía, pues pese al dolor de mis piernas yo me sentía bien.
Pero a las tres de las mañana del 23 de julio del año 2009, Dios empezó su proceso conmigo, pues empecé con una cefalea severa y vomito explosivo, para las 8:30 a.m. ya me habían desembarazado y apenas me habían mostrado a mi hija, no más de 30 segundos y me habían permitido darle un beso en su frente; posteriormente pasé a recuperación, pero el vomito apareció nuevamente y anexo a esto una convulsión, debido a un edema pulmonar, (según explicación médica), por esta razón me pasaron a cuidados intermedios; como consecuencia de esto, mi situación se fue complicando, pues mi útero no se contraía y no estaba orinando, así que hacia el medio día, me trasladaron a cuidados intensivos; antes de pasar allí yo sentía que era mi fin así que le dije a mi esposo y a mi mamá, que los amaba, era mi manera de despedirme sin preocuparlos, sin embargo, mi esposo y mi mamá estaban al tanto de que la situación era complicada y la ginecoobstétra les había dicho: “ Si ustedes saben orar, háganlo pues la situación de Diana es muy delicada y se nos puede ir en cualquier momento”.
Recuerdo que tenía oxigeno, un catéter, una sonda, la presión me la tomaban cada 15 minutos, tenía electrodos puestos y además estaba canalizada con líquidos. En una de las visitas que mi esposo y mi mamá me hicieron mi esposo me dio una palabra (Salmos 71:20-21), donde decía lo que me abría de ocurrir, pero igualmente, como su misericordia me sacaría de allí, a pesar de todo yo, aun estaba lejos de comprender lo que sucedería.
Al anochecer, ya mi cuerpo estaba casi totalmente lleno de líquido, sentía mi piel como si se fuera a explotar y que ya no le cavia ni una gota más de líquido; nuevamente a las 3:30 a.m. del viernes 24 de Julio empecé a sentir contracciones, pues me habían aplicado potosina para contraer el útero, pero este, por el contrario continuó expandido y debido a esto se empezaron a romper los vasos sanguíneos, creando así grandes coágulos de sangre que salían, era algo realmente espantoso, ver, cuanta cantidad de sangre y coágulos salían de mi cuerpo, hasta el punto que me estaba desangrando, así que los médicos de turno decían que la decisión era operar, sacar el útero.
A eso de las 5:00 a.m. un doctor, me hizo una última limpieza a mi útero, fue algo dolorosísimo pues fue tanta la sangre que perdí en ese momento que yo veía salir grandes chorros de sangre como a presión, me colocaron en total 15 unidades de sangre y luego me colocaron unas pastillas para detener la hemorragia; yo ya no tenía fuerza alguna, sentía que mi vida se iba poco a poco, a las 6:00 a.m. la enfermera decidió bañarme y en ese momento se me desató una embolia pulmonar, empecé a convulsionar, mi cuerpo se descontroló totalmente y empezó a llenarse más de liquido, hasta el punto de subir a mi cabeza, estaba presentando una embolia cerebral, cuando abrí mis ojos, en medio de la convulsión, mi espíritu se había salido de mi cuerpo y yo me encontraba mirando, sentada en reposo, en una silla y al frente mi cuerpo en la camilla convulsionando, tuve un miedo atroz, quería gritar, pero era imposible pues estando en mi espíritu yo solo me decía a mí misma, ¡No puede ser, he muerto! ¿Y Qué voy a hacer mi esposo,… mi niña? ¡Todo se acabo para mí!; del mismo terror que tenía cerré mis ojos con fuerza, esperando que tan solo fuera un mal sueño, cuando los abrí me encontraba nuevamente en mi cuerpo, observé todo y dije: … ¡No he muerto!, al instante, empecé a ver como de la pared de la habitación, se salía una cruz que se hallaba allí colgada (no había ninguna imagen sobre ese madero); esta visión de prolongó por un tiempo, tanto que traté de sobar mis ojos, pensando que tal vez mi vista estaba afectada o tenia mareo, pero una voz fuerte pero al mismo tiempo llena de paz y amor, me dijo: ¿Qué haz hecho con tu vida? . Mi corazón se estremeció, no podía creer lo que estaba escuchando, el dolor que sufría mi cuerpo ya no era tan importante frente a lo que estaba viviendo, solo lloraba y lloraba sin poder contenerme y ni siquiera podía responder ha esa pregunta.
Después continuó diciéndome: ..¿”Recuerdas que una vez dijiste que ante cualquier pecado que cometieras estabas lista para asumir las consecuencias?” ¿En realidad estas lista?; no sabía ni siquiera que responderle, mi espíritu se contristaba más y más; me sentía la persona más pecadora de este planeta; después de un instante me dijo: ¿Recuerdas a tu hija?, (para este momento había entendido que era la voz de Dios hablándome), Él me trajo a mi memoria el momento en que me la mostraron, y vi su hermosa carita inocente, tierna y pura, Dios me dijo:
“Así mismo fue con mi Hijo, yo lo cree, lo vi por un instante y lo entregué por cada uno de ustedes, ¿Y te acuerdas de toda la sangre que derramaste?… (Me trajo a memoria el momento tan impresionante, cuando vi salir toda esa sangre de mi cuerpo); “pues dijo Él, es muy poca para toda la sangre que mi Hijo derramó por amor a ustedes, pero lo único que ustedes han hecho es menospreciar el sacrificio de mi hijo en la cruz y el gran amor con que se entregó; ¿Te acuerdas cuando tuviste sed y ninguna enfermera te daba ni un vaso de agua, deseabas que al menos humedecieran tus labios, pero ellas decían que no podían?; mi Hijo sufrió aun una sed mucho más grande que la tuya y lo único con que humedecieron sus labios fue con vinagre, sé que todo eso lo conoces, pero se te ha olvidado el amor de mi hijo y el sacrificio ofrecido por el pecado.”
Al cabo de unos segundos Dios me llevo a la puerta de mi habitación, era como estar viendo parte de mi futuro, al estar allí parada, vi a mi esposo tenía a nuestra hija alzada, tendría aproximadamente 2 años, llevaba colgada una pañalera en su otro brazo, vi que buscaba en uno de mis cajones de la mesita de noche algo, pero al no encontrar nada salió de la habitación, prácticamente atravesándome, antes de que lo hiciera, yo le salude y le dije: ¡Hola amor!, pero era como si yo no existiera y después de que me “traspaso”, mi corazón se lleno de mucha angustia, dije: ¡Estoy muerta, ahora si es en serio!, pero de repente, estaba nuevamente en la habitación de la clínica, aquella cruz aun seguía prolongada, solo empecé a decirle a Dios con todas mis fuerzas, clamando ten misericordia de mi Señor, dame otra oportunidad, estoy arrepentida, perdóname por menospreciar a tu Hijo, su sacrificio, lloré desconsoladamente; y Dios me dijo: “Esto es lo que estoy haciendo, te estoy dando una segunda oportunidad, yo te perdono, pero tan solo quiero que vayas y le cuentes a cada persona que te pregunte que te pasó, lo que escuchaste de mi, diles y reitérales que se han olvidado y han menospreciado el amor de mi hijo, que estoy cansado de su indiferencia, dicen que me aman pero sus intereses están basados en alcanzar más y poseer más de este mundo.”
Después de esto, la cruz se hundió en la pared y la voz cesó, me quedé dormida de tanto llorar y desperté nuevamente a las 8:00 a.m. Estaban todos los médicos a mi alrededor, observándome, hablando de la operación que habían pensado practicarme, pero mi ginecoobstétra empezó a decirles, miren ya tiene color en su rostro, esta orinando bien , su útero al fin se contrajo y la hemorragia cesó, me preguntó cómo me sentía y yo le dije que mejor, pues aunque me sentía débil físicamente, mi espíritu y mi alma se sentían como nuevos, mi evolución fue extraordinariamente rápida, aun los médicos y enfermeras estaban sorprendidos; el sábado al medio día, ya me sentaron en la camilla, camine unos pasos, no sentí ni siquiera mareo alguno, así que para las 4:00 p.m. ya me encontraba en una habitación en el piso de maternidad, para ese momento, me encontraba pesando 80 Kl., tenia bolas de líquido por todo el cuerpo, veía muy borroso, como si abriera mis ojos debajo de agua para mirar; el domingo en la mañana cuando mi ginecoobstétra me visitó, me dijo: ¿Tu aun no entiendes lo que te paso verdad?, frente a esa pregunta me quede atónita, ella me dijo: Cuando puedas salir de aquí y puedas consultar el internet entenderás mucho más lo que te sucedió, ya que tu sufriste algo que se llama SINDROME DE HELP, todo comienza cuando el cuerpo expulsa la proteína, seguido de una embolia pulmonar, se desangra la persona y por ultimo una embolia cerebral, la cual hace que el cuerpo se llene de líquido hasta que cubre el celebro, causando así una convulsión y la persona solo tiene tres tipos de resultados: muere, queda parapléjico o vegetal; y lo más sorprendente de todo es que a ti no te ocurrió ninguna de las anteriores, sinceramente yo creo que tu eres un milagro, creímos por un momento haberte perdido, pues la cascada de coagulación se cayó totalmente, sin embargo aun no estás fuera de riesgo te vamos a estar monitoreando.
Después de escuchar todo aquello que la doctora me dijo quede perpleja solo quería llorar y llorar, pensaba y le decía a Dios, qué he hecho con mi vida?, 15 años de ser cristiana y no hecho nada, cuántas veces prediqué de lo que hiciste en la cruz, pero te he menospreciado; casi todo el tiempo que dure en la clínica (13 días) no cesaba de hablar con Dios y pedir misericordia, tuve una consulta con el oftalmólogo, porque a pesar de que pasaban los días, mi visión no se recuperaba, el oftalmólogo me dijo que a causa de lo que viví, tenía líquido en la retina de los ojos, allí, comprendí aun más, la misericordia de Dios, pues mi cuerpo se llenó tanto de liquido hasta que cubrió mis ojos, faltó poco para cubrir mi cerebro totalmente, ¡ Faltó solo un poco, para morir!
Pero Dios me dio una segunda oportunidad la cual no pienso desaprovechar, paso mis días compartiendo esto, que Dios me permitió oír y vivir a todo aquel que me pregunta cómo me fue en mi parto, algo que también me sorprendió fue saber que en el momento en el que me estaba muriendo mi esposo se despertó muy asustado pues soñó como una corriente de agua me llevaba y él no podía hacer nada, por tal motivo pidió a Dios que me ayudara y que no permitiera que yo muriera que él no quería estar solo o tener que criar solo a nuestra bebe, además mi mamá en la misma hora sintió que alguien entró a su cuarto y tocó su cara suavemente, se despertó y angustiada pidió a Dios por mi vida, ambos llamaron a la Clínica y les dijeron que vinieran urgente porque yo me encontraba en crisis y muy delicada.
Después de todo lo que les he narrado y cuando salí de la clínica, ya pesaba 60 Kls; mi recuperación total duro 40 días, tomé tiempo y averigüé en Internet y pude ver lo que era el síndrome de Help, y que del 100% de las mujeres embarazadas solo sufren este síndrome el 7%, de las cuales algunas mueren, otras quedan parapléjicas, otras vegetales y un leve porcentaje quedan con secuelas irrevocables sobre su hígado y páncreas, ¡realmente espeluznante!
Pero cada vez que recuerdo eso que leí, le agradezco a Dios, porque mi sanidad ha sido total, no quedé con ninguna secuela, tengo mucho que agradecerle, por tal motivo hoy he decidido compartirle a cada uno de ustedes a través de este medio masivo, es mi compromiso con Dios, y tan solo quiero que te preguntes algo, si estuvieras al borde de la muerte y Dios te permitiera vivir algo de lo que yo experimente y te preguntara:
¿Qué has hecho con tu vida? ¿Qué le responderías? Y aun si murieras ¿Estás preparado para estar frente a Él?.
Gracias por leer este e-mail, tan solo te pido, por favor ayúdame a difundirlo a las persona s que conozcas y recuerda que este mensaje no es solo para que leas, lo borres y digas ¡qué tremendo lo que le sucedió a Diana! , sino que entiendas que cuando Dios da un mensaje, es porque su amor y su misericordia, es para aprovecharla cada día.