24 de febrero de 2011

ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea.

Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar.

¿La causa? Hacía demasiado ruido!.

Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija.

Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo.

Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.

Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:

- "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades.

Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán.

Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa.

En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.

Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo. Pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.

"T.G.W. Lab. Corp."

22 de febrero de 2011

El plan de Dios


En el principio, Dios creó al hombre y lo puso en el Jardín del Edén. El hombre tenía una relación con Dios y caminaba a su lado, y Dios tenía un plan para la vida del hombre:    “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Dios quería darnos vida eterna, puesto que Él es un Dios de vida que hizo todas las cosas que existen. Pero se presentó un problema, el hombre falló y desobedeció (pecó): “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). En efecto, no existe ningún ser humano que pueda decir que no ha pecado y como primera consecuencia de esa desobediencia nuestra relación con Dios se rompió, ya que Dios no puede tener relación con el pecado.

Pero esa desobediencia tuvo una segunda terrible y letal consecuencia para nosotros: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23). La consecuencia del pecado del hombre fue la muerte, no sólo física, sino también espiritual, porque la muerte no es sino la separación (eterna) de Dios, así que delante de Dios estamos muertos en nuestros delitos y pecados…

Es por esta razón que el ser humano siempre está descontento y es infeliz, porque en el fondo está buscando la manera de llegar nuevamente a Dios. Nada en este mundo puede llenar esa vacío que toda la gente, inclusive tú mismo, tiene en su corazón, porque está separado de Dios y sin Él simplemente vemos la inutilidad de nuestras vidas: “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma” (Marcos 8:36). Por muchas propiedades que uno tenga, por muchos amigos o amores, por muchos viajes o estudios, siempre habrá algo que nos hará falta y ese algo que nos falta es precisamente tener una relación con el único Dios vivo y verdadero.

Pero en un esfuerzo humano, tratamos de tender inútilmente puentes que nos lleven a Dios, ya sea a través de tener algún tipo de conducta moral, de practicar alguna religión, o de hacer buenas obras. Nada de esto sirve. Por más que lo intentemos siempre nos quedaremos cortos, siempre habrá algo que nos faltará; jamás podremos tener una justicia perfecta a los ojos de Dios…

Sin embargo, hay una esperanza. La Biblia nos dice que hay un medio por el cual podemos alcanzar a Dios, alcanzar salvación: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9). Nadie puede comprar la salvación, ni tampoco puede hacer buenas obras para obtenerla. La salvación es un don (regalo) de Dios, el cual se nos da inmerecidamente (por gracia) a través de la fe. La salvación no podemos ganarla, pero Dios en su infinito amor nos la da gratuitamente, como un regalo.

Reflexionemos un momento. Tú, yo, todo el mundo, somos pecadores y tenemos un problema respecto a la muerte. En este punto el panorama es devastador. A causa de tus pecados se abre ante ti una eternidad separado de Dios… ¿Existe una solución a tu problema?

¡Por supuesto! La solución es Cristo: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Así es, alguien tenía que pagar el precio de nuestros pecados y ese alguien es Cristo Jesús quien al venir a morir en la cruz y pagar por tus pecados y por los míos, restablece esa relación que había originalmente con Dios y permite que podamos tener acceso al plan de vida abundante (eterna) que Dios quería para nosotros desde el principio de la creación. Nada de lo que nosotros hagamos nos puede llevar a Dios, pero Dios es quien se acerca a nosotros, pues al mandar a su Hijo unigénito a morir por nuestros pecados, permite que nosotros podamos tener una esperanza y ser salvos.

Seguramente te preguntarás: ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué pagó Dios por mis pecados? La respuesta es simple y conmovedora: Porque te ama “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Dios te ama y por eso decidió salvarte y no sólo eso, sino hacerte su hijo: “Mas a todos los que le recibieron [a Jesucristo], a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Efectivamente, Dios no sólo quiere que vivas eternamente, sino que seas su hijo, pero recuerda, no basta con creer, tienes que recibirle, para que de esta manera puedas cumplir la voluntad de Dios.

¿Cómo podemos recibirle? La respuesta está en Apocalipsis 3:20 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Recuerda, es tu decisión. Cristo Jesús está llamando a la puerta de tu corazón y depende sólo de ti la respuesta que le des. A lo largo de su ministerio, muchos hombres se encontraron con Jesucristo en su camino y cuando se lo permitieron Él cambió sus vidas para bien. Si quieres abrir la puerta y recibirle, puedes hacerlo por medio de una oración. Hazla en voz alta con fe:

Señor Jesús: Reconozco que soy un pecador y que a causa de mis pecados merezco ir al infierno; por eso me arrepiento y te pido perdón humildemente porque ahora se que en tu infinito amor, tú pagaste en la cruz por todos mis pecados, por lo cual te acepto como mi Señor y Salvador personal y acepto el don de la vida eterna. Amén.


Si hiciste esta oración confesando que Jesús es el Señor, si te arrepentiste de tus pecados y crees en tu corazón que Dios levantó a Jesús de los muertos, has hecho bien, pues hoy naciste de nuevo. Ahora, sólo te falta que asistas a una iglesia donde se predique a Cristo crucificado y resucitado, un lugar donde puedas conocer la voluntad de Dios y seguir su camino, porque puedes tener la certeza de que algún día, ya sea mas tarde o más temprano, todos vamos a presentarnos ante la presencia de Dios, ¡y qué difícil será para aquellos que le rechazaron y se negaron a oír su voz!

Acércate a una iglesia o grupo cristiano, para que sigas creciendo y conozcas más del Dios verdadero.


Tomado de Conoceréis la verdad y las verdad os hará libres